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Teobert Maler

Artículo

El investigador alemán de los mayas exploró, de manera exhaustiva, el sur de México. Su amplia documentación de ruinas parcialmente desconocidas ha contribuido mucho a las investigaciones de hoy.

Teobert Maler nace en 1842 en Roma, Italia, de padres alemanes. Después de estudiar arquitectura y adquirir la nacionalidad austriaca, en 1865 se embarca por primera vez hacia Veracruz para servir al emperador Maximiliano de Habsburgo, quien había aceptado el trono de México. Su carrera militar termina con la ejecución del emperador en el amanecer del 19 de julio del 1867 en Querétaro, lo cual significa también el fin de las intervenciones austriacas en México.

Desde su tiempo como soldado Maler se ocupa de las lenguas totonaca y zapoteca, y su fascinación por los indios lo mueve a explorar México. De 1874 a 1878 viaja por Jalisco, Oaxaca y Guerrero; estudia a los indígenas y sus vestigios haciendo uso de una nueva técnica: la fotografía. Algunas estaciones en su camino son Tehuantepec en la costa del Pacífico, donde encuentra diversos objetos de oro, y las ruinas de Palenque en Chiapas, muy difíciles de acceder en aquella época. Documenta las pirámides en dibujos y fotografías, y hace sus primeras exploraciones de la fascinante cultura maya.

En 1885 regresa a México, después de siete años de estancia en Europa donde luchó con éxito por su herencia. En los años siguientes explora el norte de Yucatán; describe, dibuja y toma fotos de más de cien lugares y pone al descubierto las ruinas de Uxmal y Chichén Itzá, entre otras. Por orden del Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology realiza más expediciones en la zona central de Yucatán, pero sus investigaciones terminan por una disputa con la dirección del museo, lo que significa una tragedia personal pero también financiera, ya que su herencia se había acabado.

Después de otra visita a Europa, Teobert Maler muere el 22 de noviembre del 1917 en Mérida, solo y pobre. Sus apuntes son de gran valor para la investigación arqueológica actual, ya que muchas edificaciones no pasaron la prueba del tiempo: o están muy mal conservadas o lamentablemente ya no existen.


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